miércoles, 27 de mayo de 2015

Los errores de comunicación

Mariano Rajoy, ese hombre que lucha con denuedo por sacarnos de la crisis en la que nos metió la desregulación promovida por José María Aznar y sus colegas ideológicos, Ronald Reagan y George W. Bush, ha explicado el batacazo del PP en las últimas elecciones municipales y autonómicas que venía fraguándose desde las pasadas elecciones europeas y que culminará con la derrota en las próximas elecciones generales, para la que él y su gobierno trabajan asimismo con ahínco por la mala comunicación de sus políticas. Para Rajoy, el PP se explica mal y eso priva a los españoles de conocer, y valorar en su justa medida, sus brillantes iniciativas y sus muchos logros. Pero yo, en esto como en tantos otros aspectos de su gestión, no estoy de acuerdo: el PP comunica espléndidamente. Veamos algunos ejemplos. Cuando la diputada del PP Andrea Fabra hija del expresidente de la Diputación Provincial de Castellon, Carlos Fabra, famoso por haber construido un aeropuerto en el que no ha aterrizado nunca un avión y por haberle tocado siete veces la lotería grita "¡que se jodan!" en una sesión del Congreso en la que se debate la dramática situación de los parados, comunica muy bien, a los parados y a todos los españoles: a) que los parados le importan una mierda; y b) que tiene la educación de un capo de stalag. Cuando Rajoy, hace apenas unos días, dice que hoy del paro ya no habla nadie, comunica a la perfección: a) que el PP sigue teniendo tanta consideración por los parados como la expresada por Andrea Fabra; b) que el presidente del gobierno no se lee las estadísticas del paro, porque, en abril de 2015, según la EPA, había en España 5.444.000 desempleados (una tasa de casi el 24%, una de las más altas del mundo), 160.000 más que cuando el PP llegó al gobierno; y c) que el presidente del gobierno no conoce la realidad del país, porque esos parados y sus familias (y muchas otras personas que sí trabajan, pero que son decentes y solidarias) no hablan de otra cosa. Cuando Alfonso Rus, otro levantino insigne, presidente del PP de la Diputación Provincial de Valencia y alcalde de Xàtiva, es grabado contando billetes dentro de un coche, hasta redondear la bonita cantidad de "dos millones de pelas", y celebrarlo con un grito de júbilo, comunica con claridad meridiana que es un chorizo. Cuando Xavier García Albiol, alcalde popular de Badalona, aparece sonriendo en los carteles electorales de su partido junto a la frase "Limpiando Badalona", comunica estupendamente que es un racista. Cuando Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, esa cazatalentos especializada en cazar a los mayores talentos de la corrupción para gobernar los ayuntamientos y la comunidad autónoma de Madrid, acusa a Manuela Carmena, su rival de Ahora Madrid para la alcaldía de la capital, de haber puesto en libertad a un etarra, comunica sin asomo de duda que concibe la aplicación de la ley y la independencia judicial como principios que hay que supeditar a la lucha contra el enemigo. Cuando Antonio Sanz, presidente del PP en Cádiz y delegado del gobierno en Andalucía, dice en un mitin que a él no le gusta que "en Andalucía se mande desde Cataluña" y que no quiere "que en Andalucía mande un partido que se llama Ciutadans, que tiene un presidente que se llama Albert", o cuando Carlos Floriano, ese político tan afortunado, como indica su apellido, vicesecretario de organización y electoral del PP, llama a Ciudadanos siudatans y siutatans, entre otras denominaciones simiescas para calificarlo, por cierto, de anticatólico y abominable, ambos comunican a las mil maravillas que el PP tiene tanta estima por los catalanes como por las tarántulas y que su comprensión de la riqueza lingüística y cultural del país no va más allá del Guadalquivir, en un caso, y de Navalmoral de la Mata, en el otro. Cuando María Dolores de Cospedal, presidenta de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y secretaria general del PP, explica por televisión el "finiquito en diferido" a Luis Bárcenas, tesorero y senador del PP, comunica magníficamente: a) que el PP ha gestionado sus cuentas, durante décadas, como Vito Corleone sus negocios; y b) que ella no es Einstein ni Demóstenes. Cuando todo esto, en fin, sucede, y muchos otros cargos y responsables del PP inundan, día sí y día también, las ondas y los periódicos con manifestaciones que revelan su mediocridad, su inelegancia y su estupidez, uno piensa que la comunicación no es el problema, sino la mediocridad, la inelegancia y la estupidez. Y también el contenido de sus políticas, que la gente no es tan estúpida como para no entender.

2 comentarios:

  1. Yo tuve un profe en eso de la comunicación mercantil, que nos enseñaba a chequear las textos de promoción publicidad y RRPP con una pregunta final:
    ¿Ha dicho usted? Todo lo que quería decir pareciendo que dice lo que el cliente quiere oír. En manos de este habilidóso chileno, un quiero que me compre usted libros, terminaba siendo un viaje de placer junto al autor, una vívida aventura propuesta por un guia experto.
    ¿Pero qué se puede decir? Cuando la aventura solo es la más grosera de las codicas. ¿Qué? Argumentar cuando el político, el legislador, es incapaz de preguntarse por las consecuencias de las leyes que dicta.Como vestir de razonable los exabruptos de Andreita Fabra. Palabras que deberían haber hecho sonar las alarmas en la Dirección General de Imagen Corporativa del PP.
    ¡Ah qué ustedes no tienen una dirección general de imagen corporativa! Entonces estamos salvados, verlos a ustedes es como viajar por una reserva africana, la animalidad en estado puro. A Dios gracias no engañan.

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  2. A algunos, querido Alfredo, me temo que sí, que todavía los engañan. Pese a su enorme bajón electoral, el PP sigue cosechando millones de votos en España. Muchos serán estómagos agradecidos; otros, conservadores inmunes a la crítica y hasta a la realidad; otros, ciegos o inconscientes. Pero una parte de esos muchos españoles que todavía confían en un partido tan corrompido como el PP son necesariamente gente a la que los corruptos siguen engañando con cantos de sirena o halagos nacionalistas.

    Un abrazo.

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